miércoles, 27 de junio de 2012

-Dragonheart. (Parte 1)

Hoy os quiero contar una historia distinta... 


Hace siglos que no se ha vuelto a ver ninguna horda de aquellas criaturas, pero en su tiempo, estuvieron y se llevaron muchas vidas consigo.
Una vieja orden, formada por pocos pero brillantes guerreros, en compañía de muchas naciones unidas, han logrado rechazar las hordas de estas criaturas durante mucho tiempo, héroes, héroes eran en todo el mundo. 


Pero los años pasan, incluso para el más grande de los guerreros, y esta vieja y fatigada orden, está al borde de la desaparición, pero los que quedan, siguen cumpliendo su cometido.


Pero una vez más, los ejércitos se congregaban en aquel estrecho paso, al sur de nuestra tierra.
El rey se sentía confía, demasiado diríamos, de tener a la vieja orden entre sus filas.


-''Nada podrá fallar con vuestra ayuda'' decía sin parar, pero muchos no estaban tan seguros...


Se acercaba la noche, la oscuridad se hacía presa de cada rincón del estrecho paso, cada ruido en la distancia hacía latir con fuerza el corazón de cada centinela. Todos estaban donde debían estar, guerreros sagrados, magos, mercenarios, enanos... y más, se concentraban en el estrecho paso, a la espera del más mínimo acto de presencia de las criaturas, el miedo invade a todos, y quien contradiga... miente.


La niebla asoma entre los árboles, serpenteando se acerca haciéndose desear, pero no es nada alentadora para los soldados del paso... todos se preparan, saben que ellos vienen... están cerca, y no van a irse.


-''¡Preparad las armas!'' gritaba un oficial desenvainando su espada.


Sólo las gotas de lluvia rompían el silencio que allí era presente, todos guardaban silencio empuñando sus armas con fuerza, se miran unos a otros, nerviosos, ha llegado el momento.


De la niebla aparecen, con ese raqueteo tan insoportable, avanzan con lentitud, no tienen prisa... pero con su simple presencia ya hacen dar un paso atrás a los hombres del paso.


-''¡Flechas fuera!'' se escuchaba a lo largo de la muralla y al segundo cientos de flechas llameantes volaban sobre los yelmos de los soldados hasta las criaturas... acto seguido, todos cargaban con ferocidad, aunque asustados ante tal adversario... ya sólo se podría escuchar el ruido de las espadas, los gritos de agonía y la sangre derramada....