lunes, 20 de mayo de 2013

~Faith

Y entonces, amedrentado, solo veía muerte y sangre en su entorno, con la visión borrosa no distinguía las figuras humanas que luchaban con esos extraños engendros del caos.
Intentó ponerse en pie, pero le resultaba casi imposible, un dolor insufrible se alojaba en el  interior de su cabeza, poco a poco, el agudo ruido de sus oídos desaparecía dejándose notar y los gritos de batalla y desesperación se filtraban estrepitosos en su entender.

Torpemente, consiguió mantener el equilibrio y levantarse apoyándose de su mandoble, pero la armadura era muy pesada, le entorpecía, el casco le privaba de visión. pues lo dejó caer al suelo y paso a paso avanzaba entre el desorden y la agonía del combate.

El ritmo de sus pasos acrecentaba a medida que sus sentidos recobraban la normalidad, entonces, ya veía con claridad, los hombres, inferiores a la marca de los dioses del caos, se veían incapaces de retener a aquella fuerza aplastante de seres que abandonaron ya tiempo atrás todo rasgo de humanidad y sentimientos, ahora en sus ojos se ponía mirar a la muerte cara a cara.

Con fuerza, Sigmar, el mandoble de nuestro héroe, danzaba de criatura a criatura, dejando atrás un rastro de muerte, tratando de salvar a los suyos, abriéndose paso entre la  masa sedienta de sangre.

Entonces, una gran silueta logró divisar, una gran silueta escoltada de grandes demonios, la pregunta ''¿quién?'' no era la más adecuada en este caso... no dudó, y con Sigmar en alza, cargó lleno de ira, pero, sin temor alguno ante esa imponente silueta de la cual sobresalían grandes disformidades de una armadura poseída por poderes de poderosas entes de siglos anteriores.

Al entrar en contacto, una luz silenció el combate, los pocos que aún se mantenían en pie se taparon los ojos, y retrocedían temerosos y allí, de nuevo aturdido, tendido entre sangre humana y demoníaca, su mirada se perdía en el cielo, su fuerza vital se marchitaba, incapaz de sentir sus extremidades inferiores, sentía el llamamiento de la otra vida, la vida de fe tras servir a las fuerzas de la luz.

En un último esfuerzo tornó la mirada, y en un gran árbol, ensartado por Sigmar estaba el Príncipe Demonio, una suave sonrisa se dibujó en sus labios en aquel final gris, segundos después, su débil corazón se detuvo, su existencia finalizó, pero ahora, viviría una nueva vida, la de la fama, la historia y el recuerdo.