Hasta el corazón más puro y noble acaba cediendo ante la oscuridad, y este fue su caso.
Siendo sincero, jamás conocí a un crío con más vitalidad y gracia, amante de las bromas y la risa, cómplice de la comedia.
Como todo niño, soñador desde temprana edad, explorador en una vida llena de sorpresas agradables y no tan agradables.
Pero la lluvia no tarda en llegar, se unen truenos y relámpagos, la tormenta ya está aquí, y llegó sin estar preparado... acabó empapado, calado hasta los huesos. (Puede que más)
La adolescencia llegó como la primavera, llena de color y, aparentemente, con grandes cosas, pero esto no fue eterno, nada lo es ¿cierto? (Espero que lo hayas aprendido)
Los sueños se rompen, la amistad muere, el ánimo entra en coma, el amor te traiciona, y, pobre de él, tuvo que sufrirlo de un único y mortal golpe. (Te amo)
''De lo único que me arrepiento... es de permitir que me rompieras.''
Pero... recuerdo que a pesar de todo, hubo un tiempo en el que luchó contra todo ello, quizá su corazón no se sumiera del todo en la oscuridad, quizá su alma no abrazó a la muerte tan deprisa.
Recordaba la primera mirada, la primera sonrisa, el primer beso, el primer orgasmo... todo, permanecía, en su corazón, para bien o para mal. (No me hace falta un año para saber que te amo)
Quizá eso era el equipaje de sobra que le arrastraba al abismo o el estimulante para seguir escapando de él. (Pronto cumpliré dieciocho... ¡podremos casarnos!)
Ni él mismo lo sabía, hasta el fatídico día que ideó su salvación, pensaba que para él había otra oportunidad... esa salvación tan deseada se convirtió en su obsesión, y la obsesión lo lanzó directo a la locura, de la que jamás pudo escapar... ni él mismo lo sabía, pero ya estaba muerto... aun estando cerca de cumplir una segunda década.
''Nada puede llevar a la locura a alguien como un recuerdo que se niega a morir.''
