domingo, 16 de noviembre de 2014

~No home, no hope I

La guerra empezó de golpe, como casi siempre, para cuando el Gobierno Central se quiso dar cuenta, la mitad de la Tierra ya estaba en manos de esas criaturas.

Llegó el momento en el que se dejaron de contar las ciudades que caían, se dejaron de recoger placas de soldados... ese fue el momento en el que perdimos nuestro hogar.

Meses antes, las evacuaciones se sucedían unas tras otras, la mayoría no conseguían abandonar el planeta. Los pocos supervivientes se establecieron en las colonias de Marte con ayuda de lo que quedaba del ejército.

En Marte nos hicimos fuertes, en pocos años, la población creció con rapidez, había quien empezaba a llamar aquel lugar ''nuestro hogar...''.

Los altos mandos de la Flota, sin haber aprendido nada en la Tierra, comenzaron a bombardear la Tierra, querían recuperarla... y lo único que consiguieron fue traer a Marte a las criaturas... 

Unos los llamaban Sangrantes, otros, Reptadores... yo siempre los llamé criaturas.

Al principio fue diferente, conseguíamos repeler los ataques, teníamos el control de sus movimientos, de sus colmenas, sabíamos el momento de atacar y cómo defender... hasta que llegaron los meteoritos.

De ellos emanaba una sustancia muy similar a la que componía la sangre de las criaturas, y esa sustancia corrompía todo a su paso... lo infectaba.

Lo más perturbador de esta guerra... es que acribillamos a algunos que una vez eran humanos, sí, la sustancia convertía a cualquier ser vivo en algo irreconocible.

En cuanto a mí... Cabo A.Gunther me reclamaron rápido, como a todo aquel con cierta experiencia en combate en la tierra, me destinaron a la Colonia 27 ,''Tormenta Roja'', apodada por los más veteranos y no lo comprendía hasta que pisé ese sitio.

En cuanto llegué, me asignaron mi escuadra y de camino a presentarme no encontré más que bolsas de cadáveres, y heridos a los que no les quedaba mucho tiempo... las criaturas habían estado visitando con frecuencia al 33º Regimiento ''Los Inquebrantables de Westfront''.

El Sargento Wellbeck era un buen tipo, sabía cuidar de quien estaba bajo sus órdenes, una pena que fuera empalado por uno de esos Destructores, unas criaturas enormes que sustituyen brazos por unas cuchillas aterradoras, entonces llegó Valentine, un capullo engreído que usaba a los hombres como juguetes enviándolos a una muerte casi segura.

Fue entonces, con Valentine recién ascendido, cuando nos enviaron a la central de comunicaciones, a un par de kilómetros de nuestra colonia, llevaban días sin transmitir hasta que saltó una señal de socorro.

Cuanto más lejos estás de tu hogar... más sabes que jamás volverás a visitarlo.