Se arrodilla ante el acantilado observando las caóticas y destruidas vistas, así despojándose de lo que queda de su armadura.
Alza la vista una vez más, y allí estaba lo que quedaba de su historia, reducido a cenizas y sin saber qué hacer... baja la mirada dejando libre sus últimas lágrimas, cayendo sobre sus manos ensangrentadas.
Un esfuerzo colosal necesitó para mantenerse erguido y sujetar su larga y pesada espada, el mango apuntaba al horizonte, el filo hacia su maltrecho corazón.
Un cielo oscuro y tronador observaba al deteriorado hombre que allí en la alta montaña se encontraba arrodillado, el cual, alzó la mirada con odio al infinito y gritó, con las pocas fuerzas que le quedaban:
-Hice lo que pude, y no es suficiente... nunca lo es ¿verdad?
Al terminar la última palabra, el mango de su espada ya hacía contacto con su pecho desnudo, aun con un respiro en su alma, sujetó su rosa... y la guardó con su último ápice de vida.
-Llegamos allí, tras la guerra entre dioses y hombres, y le vimos, una silueta de dolor, era tenebroso, parecía aún con vida... a pesar de tantos años, lo único que rescatamos de aquella figura petrificada era un diario, con una rosa, pero esa rosa, estaba llena de vida, era hermosa... es lo que aún lo mantiene con vida...
