jueves, 10 de julio de 2014

~Syd

Durante las noches de invierno en Sorrowstown, la oscuridad imperaba en todo el terreno, ni puedes alcanzar a ver lo que hay a dos pasos delante de ti, las luces son tan suaves en aquella impenetrable niebla que apenas sirven para conducir a cualquiera que camine por esas siniestras calles.

Incluso por el día, no se borra su ambiente tétrico, pues un inmenso bosque de árboles de madera casi negra envuelve la ciudad, los habitantes apenas conocen el sol...
Aunque Sorrowstown es famosa por su enorme cementerio, llamado ''El campo de las calabazas'' pues en cada nicho, cada tumba, cada... espacio sagrado está adornado con una calabaza... todas eran Jacks, o incluso viejos espantapájaros con ropa vieja de los difuntos.

Hans Max Vetter vivía en la última casa entre el cementerio y la ciudad, era un viejo huerto que apenas daba frutos, era propiedad de su padre, al igual que lo era de su abuelo y así varias generaciones atrás, y por cada... había un espantapájaros, un guardián...  Ernst Tekel, Sigfried Kunzen, Lutz Wilder... todos ellos lucharon y murieron durante la guerra.

Hans, cada noche salía para iluminar la entrada y el camino hacia Sorrowstown, abrigado con un largo abrigo de cuero negro, sostenía en su espalda un viejo rifle de cerrojo mientras empuñaba una antorcha.
Noches atrás, había visto siluetas extrañas, de las cuales no recibía respuesta, aunque no se sentía más seguro armado ni con el fuego de la antorcha, cada noche sin falta emprendía el camino de 32 faros desde su hogar hasta los portones de Sorrowstown, donde descansaba, comía algo caliente y se armaba de valor para volver.

La noche del 23 de diciembre, como cualquier otra, Hans caminaba a paso firme y rápido por el rocoso camino con la antorcha por delante, a medio recorrido, la figura de un hombre se acercaba frente a él, venía del camino al cementerio, tras varios avisos sin respuesta, tiró la antorcha y empuñó su rifle intentando apuntar al torso de aquel supuesto humano... estaba a punto de disparar cuando la silueta tomó forma completa, era Johan Griep.

-Maldita sea... casi te atravieso el pecho ¿se puede saber por qué no respondías?-

-Ah... eres tú Hans... lo siento, pero tenía miedo, ya sabes los rumores... las historias de que Syd ha vuelto... y ya sabes lo que eso significa... tenemos que irnos ahora que podemos...-

-Vamos no me hagas reír... esos son cuentos para no dormir ¿de verdad crees que un espantapájaros con una calabaza ardiente por cabeza va a salir cada medianoche en busca de venganza por la guerra?-

En el momento que la última letra salió de sus labios desde el camino que frente a ellos se encontraba llegó un sonido atronador que perforó la cabeza de Hans de tal modo que cayó casi desplomado tratando de luchar contra ese ruido que hacía añicos su mente... consiguió elevar la mirada, pero nada más consiguió ver cómo se desprendía la cabeza  de Johan de su cuerpo, tras él, un esquelético y enorme cuerpo sostenía una guadaña aún más grande, sí, era Syd...